viernes, 13 de julio de 2012


Este diagrama, en Office 2007 y 2010, tiene un truco: seleccionen de manera independiente los distintos rangos de datos que deseen y luego insertan el gráfico de barras. Hasta ahí obtendran un gráfico de barras de dos series distintas cada una, entonces ahora seleccionen una de las series generalmente se elige las frecuencias acumuladas, clic derecho con el mouse seleccionar: Cambiar tipo de gráfico de series eligen dispersión. Finalmente para cambiar el ancho de las columnas y se vean tan delgadas hacer clic derecho sobre las barras y en opciones de serie reducir el ancho del intervalo a 2%. Listo eso es todo tendrán su grafica de Pareto.

lunes, 4 de junio de 2012

Desempeño de Recursos Humanos por Competencias


Resumen
En el presente ensayo se trata de dar una definición actual del liderazgo, considerando la evolución del mundo en el que vivimos, los cambios fundamentales que han influido directamente en la conducta de la raza humana, los factores que han sido de mayor trascendencia, considerando además el aspecto ético intrínseco a cada uno de nosotros, lo que finalmente nos lleva a la definición que más se acerca al liderazgo dentro de las organizaciones y la influencia ética en este amplio contexto.


Ética y liderazgo corporativo

La revolución tecnológica que impera en nuestros días lleva a nuevas exigencias en  el concepto de un nuevo significado de liderazgo, tomando como antecedentes los cambios profundos producidos en el mundo de hoy, desde la caída del muro de Berlín, hasta la globalización de los mercados, las fronteras físicas de los países no existen en una economía de mercado abierta a las inversiones, la revolución del conocimiento y la aplicación de este es el verdadero reto de las nuevas generaciones pues estamos en la era de la información.

En el liderazgo actual, sabemos con certeza, en esta era de medios informativos, cuanto más conocemos a nuestros líderes, tanto menos patente es lo poco que en verdad sabemos sobre la materia del liderazgo.

La ética actual, representa las decisiones que tomamos – y la forma en que expresamos nuestras elecciones es tanto por medio de nuestros actos como de nuestras omisiones, es decir, cuando nos enfrentamos a una situación y no actuamos, decidimos no actuar –, nadie está exento de compromisos. Eric Fromm, el filósofo alemán del siglo XX, escribió alguna vez (1976): “Somos lo que nos hacemos, y a qué nos dedicamos motiva nuestra conducta.” Por cierto, ¿a qué nos dedicamos? ¿Acaso es a nuestra posición económica? ¿Estamos consagrados a nuestros trabajos? ¿Es nuestro título, nuestros comités, prestigió, fama, o tal vez poder?. Fromm continúa con una pregunta incluso más profunda: “Si soy lo que tengo, y lo que tengo se pierde, entonces, ¿quién soy yo?” Si alguien me arrebata mi trabajo, dinero, título y poder concomitante, ¿quién soy yo?. No hay duda de que son estas preguntas profundas lo que evoca nuestro carácter, y nuestro carácter es el fundamento del liderazgo.

¿Qué es el liderazgo?

Los gerentes planean, organizan, programan, elaboran presupuestos y facilitan la realización de las tareas necesarias para cumplir con los objetivos de la corporación. Por otra lado, se dice que los lideres crear visiones, inspiran, se comprometen e infunden el sentido de compromiso, vislumbran oportunidades que escapan a los demás, contemplan lo que es posible, traducen la visión en acción y tienen aspiraciones y empatía. Los líderes son responsables de movilizar los recursos emocionales y espirituales de la compañía (Kouzes y Posner, 1995). La honestidad es siempre el valor más importante de un líder, según refieren individuos como entre grupos. Algunas citas (Kouzes y Posner, 1995): -“Admiramos a la gente que expresa valores, aun en posiciones difíciles. Por lo menos, defienden algo”, -“Simplemente no confiamos en alguien que no dice cuáles son sus valores o principios”. – “La gente debe predicar con el ejemplo, hacer lo que dice. Cuando los pactos no se cumplen, cuando hay falsas promesas, siempre hay engaños”.

La teoría de los rasgos indica que el liderazgo tiene sus raíces en la biología y es un don natural. Se cree que los líderes nacen, no se hacen. El liderazgo situacional propone que éste no está determinado biológicamente, sino que es más bien una función de la correspondencia entre las habilidades adecuadas y las circunstancias de la situación. El liderazgo organizacional es una función del papel desempeñado en una organización jerárquica donde las habilidades  responsabilidades en cada nivel están definidas con claridad. El liderazgo visionario cree que el ingrediente crucial es la visión  la capacidad de movilizar a la gente hacia un futuro significativo (Bennis y Nanus, 1985). Victor Frankl, 1959 dice: “El liderazgo nace en medio de nuestras experiencias más profundas. Para realizarlo, estas experiencias han de evocarse y nutrirse”.  El liderazgo consiste en hacer que los seguidores hagan lo que no harían en otras circunstancias (Burns, 1978, p.18). El reto radica en acortar la distancia en este mundo de contradicciones diarias entre nuestras creencias manifestadas y nuestras acciones. Porque, ¿qué son las palabras sin actos que las sustenten, sino un cáliz vacío?. En última instancia, el liderazgo implica autenticidad, y la autenticidad exige integridad. Ahí están las simientes de la paradoja del liderazgo.

 Los materiales humanos del liderazgo

Sin importar cómo definamos a la larga esta comprensión en desarrollo del liderazgo, reviste mayor importancia la tarea de descubrir dónde encontrar los materiales humanos que producen tales líderes para nuestras organizaciones. Maslow, en su jerarquía de las necesidades humanas, nos ofrece ciertas pistas y desafíos. Indicó que hay una jerarquía de necesidades humanas y cada una de ellas debe satisfacerse para alcanzar el siguiente nivel. La primera etapa de las necesidades humanas es de alimento, techo, vestido y los elementos más indispensables para la vida, sin los cuales moriríamos. Habiendo satisfecho esto, evolucionamos a la necesidad de seguridad, es decir, liberarnos del temor y la inseguridad. Después de satisfacer esta etapa, buscamos el afecto y el sentido de pertenencia, la sensación de estar en comunidad con los demás. Una vez satisfecha esta necesidad, tratamos de alcanzar la autoestima, la sensación profunda de quiénes somos. Por últimos, Maslow presenta la meta inalcanzable de la autorrealización, el cumplimiento de nuestro potencial humano (Mahesh, 1993). En realidad, hemos sustituido la seguridad del viejo contrato social – por el miedo, la competencia y el cinismo. Kohlberg indica que en esencia existen tres etapas de desarrollo moral: La fase pre convencional de desarrollo moral a veces se denomina fase precedente, aprendemos a considerar el poder y el castigo. Es cuando aprendemos que hay premios y castigos por comportamiento bueno y malo. Es cuando adquirimos un sentido de responsabilidad personal. La fase convencional pone de relieve la conformidad, comprendemos las reglas formales e informales que guían y gobiernan nuestro comportamiento, es decir, las leyes de la sociedad; las políticas de las organizaciones. Es ahí donde buscamos afecto y pertenencia. Suele ocurrir que el grupo determina qué está bien y qué está mal, en lugar de los méritos del acto. La fase pos convencional es aquella en la que adquirimos una orientación hacia la vida regida por principios. Empezamos a buscar terreno moral más elevado. Es la fase en que tratamos de imprimir lógica  congruencia en nuestros actos y comportamiento. Uno actúa bien por ninguna otra razón, excepto que es intrínsecamente bueno, sin importar las consecuencias. Es la etapa en la que procuramos que nuestros valores y creencias más firmes concuerden con nuestros actos y decisiones cotidianas y la manera en que nos enfrentamos al mundo.

Al observar la vida organizacional nos damos cuenta de que casi todas nuestras corporaciones están envueltas en la primera y segunda etapas de Kohlberg. La norma es la observancia de leyes y reglamentos externos, o de las políticas internas de la compañía. Por si mismo esto es útil y necesario.

Ética y liderazgo corporativo

Cada vez es más difícil para los líderes corporativos navegar en las aguas encrespadas del entorno actual, incierto y siempre cambiante, que abre posibilidades fascinantes, pero amedrentadoras, en el siglo xxi. El cambio es un extraño poco grato, y pese al constante crecimiento económico de los últimos años, el temor y la incertidumbre predominan en nuestras organizaciones. En medio de cambios extraordinarios, los líderes deben presentar una visión significativa y convincente. El liderazgo emana de la confianza, y ésta se construye con base en una comprensión común entre la gente. A medida que nuestra comprensión común se empaña cada vez más, la ética es el lenguaje que realinea a los líderes con sus empleados, clientes, accionistas, proveedores, legisladores y las comunidades en las que actúan (Bennis, 1998). Por tanto, la ética no es sólo cuestión personal, sino interpersonal.

Cualquiera que haya pasado cinco minutos en las oficinas ejecutivas sabe que una estrategia que es incompatible con la cultura de la organización será difícil, sino imposible, de implantar. Abundan las fusiones y adquisiciones fallidas entre compañías cuyas culturas son diferentes. La puesta en práctica exitosa de una estrategia exige no sólo el compromiso físico o intelectual de la gente, sino también el sentido de valores y propósitos compartidos, en combinación con su compromiso emocional y espiritual.

Las épocas de grandes cambios en las organizaciones añaden tensión y angustia, lo que contribuye a un entorno de comportamiento equivocado que a menudo empieza en la inocencia sin conciencia del hecho. Si no está presente un sistema fuerte de valores en las organizaciones donde existe una cultura que reconoce abiertamente qué está bien y qué está mal, las fallas de lealtad se convierten en cosa de todos los días. Hay muchos ejemplos en los que una conspiración de silencia ha resultado muy costosa a las organizaciones.

En el presente, las compañías, junto con sus funcionarios y miembros del consejo de administración, pueden incurrir en responsabilidad penal por el comportamiento de sus empleados, aun cuando éstos actúen contradiciendo instrucciones explícitas.

Las corporaciones son cada vez más objeto de crítica por parte de los medios de información, competidores, críticos sociales, el público en general, legisladores en incluso los propios empleados. La sociedad actual está más informada. Lo que está en juego es la confianza mutua.

Resulta evidente que los lideres  sus organizaciones no podrán conseguir la lealtad de esta generación de trabajadores. Los empleados de la actualidad son leales con su profesión y con l agente que respetan y en la que confían, no necesariamente con la organización. Quieren trabajar con líderes en cuyos actos puedan confiar y quienes, a su vez, confíen en ellos. Los trabajadores de esta época quieren ser respetados y valorados no sólo por su pericia, sino también por la diversidad de sus antecedentes, perspectivas y experiencias.

Los líderes deben crear una cultura que aliente a los empleados a hablar de los dilemas que enfrentan día a día. Las líneas de comunicación deben estar abiertas para todos los interesados dentro de la compañía y fuera de ella. El líder actual debe promover una cultura organizacional sin restricciones que impone el miedo. Dichos líderes están resueltos a descubrir los problemas, no sólo a solucionarlos. Tienen que aceptar los errores, incluso los fracasos, porque éstos enseñan más que el proceso de subsanarlos. Alientan una sana disidencia y premian a los que tienen el valor de decir que no.

Los líderes deben encontrar la manera de integrar la ética y los valores a sus decisiones cotidianas. Los riesgos de abstenerse son tan grandes como las oportunidades perdidas. Es preciso examinar las políticas, prácticas, procedimientos, objetivos financieros y sistemas de remuneración y retribución, con base en los valores que denotan y deben reforzar la cultura deseada y los valores centrales que busca la organización. Los líderes han de hallar la manera de acortar la distancia entre la organización formal – las políticas publicadas – y la organización informal, esto es, la “manera silenciosa e invisible como las cosas se hacen realmente aquí”.

El liderazgo en el siglo XXI

Una compañía es simplemente una comunidad de personas con intereses comunes y valores compartidos reunidos para alcanzar una meta común. Los líderes del mañana se encuentran en nuestras organizaciones actuales. Están en el piso de abajo, al final del corredor o incluso en el cubículo contiguo. Al observarlos con detenimiento, lo que descubrimos es que no existen distinciones basadas en clase social, nivel organizacional, género, raza, país de origen, color de la piel, antecedentes étnicos, religión, preferencia sexual, edad o condición mental o física. La característica distintiva que tienen en común estos líderes se relaciona con los valores internos profundos que han adoptado a través de años de experiencia, y su compromiso con mantenerse fieles a aquellos valores forjados y templados por el cambio (Bennis, 1988). Son las personas que dedican su vida profesional a servir y satisfacer las necesidades de los demás. Son la gente que está comprometida con algo que la trasciende.
El desafío final para los líderes actuales es preparar a los del futuro. Los laureles serán para el líder que no se centra en el logro personal, son que está dedicado a desarrollar el talento, la creatividad  el potencial humano ilimitado de otras personas. Estos líderes saben que tenemos que ser fieles a algo más grande que el sonido de nuestra propia voz (Campbell  Moyers, 1988). Estos líderes saben que si pretendemos que nuestras compañías sean exitosas y se revitalicen, tienen que poblarse de individuos vitales y maduros.

miércoles, 30 de mayo de 2012

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